jueves, 26 de marzo de 2015

El club de los lectores desinteresados (El Comarcal del Jiloca, 13/03/2015)

Bueno, pues eso, que escribo en un periódico. Pero cosas serias, a ver que va a pasar aquí. Disfrutad del Sergio más repelente y estirado que habla de temas de mayores, y recordad que ya podéis comprar el de esta quincena. 
Saludos y cosas de esas que dicen los señores.

Los jóvenes de hoy en día no leen, no están interesados en la literatura. No sé cuantas veces he oído eso y, no hay que generalizar, pero tampoco es ninguna mentira: La gran mayoría de nosotros no leemos nada que no sea obligatorio. La gente se dedica a decir eso, y lo ve como un grave problema, nos acusan de pasotas, ignorantes y de tener la cabeza en las nubes. Sin embargo, no se dedican a pensar en que, irónicamente, es precisamente la educación la causante de esto.
Desde que entramos al instituto y comenzamos a estudiar literatura, empezamos a verla como algo aburrido. Ya no es lo mismo que hemos estado haciendo en primaria: ya no escribimos poemas ni cuentos, ya no interpretamos teatro y ya no se nos premia por leer. Tan solo nos dedicamos a memorizar datos sobre escritores del año catapum: donde nacieron, lo que escribieron y hasta como se llamaba su perro, cosa que, evidentemente, nos parece un tostón. En vez de motivarnos a leer nos imponen unas tres lecturas obligatorias al año, libros antiquísimos que nos adormecen desde que nos ponemos con el primer capítulo, y de los que, por si fuera poco, tenemos que estudiarnos el análisis que han hecho unos señores sobre los temas, los espacios, el tiempo, el estilo y el lenguaje que aparece en ellos. Es aquí donde nace esa malagana y ese sentimiento de indiferencia ante la literatura.
Pero la cosa va más allá, en la mayoría de casos ni si quiera leemos nada, simplemente memorizamos datos y datos sobre el autor. Nos enseñan que las obras de Don Federico García Lorca son de carácter onírico cuando no tenemos ni idea de qué es eso; y que en los poemas de Góngora abundan las metáforas y las sinestesias, cuando ni si quiera sabríamos identificarlas en el texto. Hacer de la literatura objeto de estudio es convertir el arte en aburrimiento, algo que en teoría tendríamos que disfrutar se transforma en una materia más, que no nos deja libertad a la hora de interpretar y sacar nuestras propias conclusiones sobre lo que leemos. Que nadie se espere que nos pongamos encima de las mesas a gritar conmocionados ¡Oh capitán, mí capitán!, porque esto en nosotros no despierta nada más que el agobio de estudiar otra pesada asignatura.
Entonces ¿Cómo pretendéis que nos interese leer cuando nuestro sistema educativo nos está presentando la literatura de la misma forma que la Historia de España? Si en vez de memorizar apuntes que no interesan a nadie nos motivaran a la lectura, nos animaríamos a coger un libro por nuestra propia cuenta y haríamos de todo esto un mundillo mucho más entretenido e interesante que el de la mera absorción de datos estúpidos. 

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